En relación con el tema en estudio, a
continuación se presenta una lectura para que desarrolles las siguientes preguntas:
1. Qué piensas de que el siglo XX
fuera muy productivo demográficamente?
2. Por qué esa productividad
correspondió en su mayoría a los países en vía de desarrollo?
3. De acuerdo con el texto, elabora
un cuadro comparativo entre los países desarrollados y los países pobres.
4. Explica la forma como se desgastan
los recursos naturales ante el crecimiento de la población.
5. Cómo podrías calificar las
políticas poblacionales de Alemania y China?
6. Qué opinas de las frases:
a. Por sus creencias culturales al igual
que en otros pueblos, la mujer tiene un “menor valor” social
b. Hay una interrelación entre población y desarrollo
c. La supervivencia de cada uno depende de la supervivencia de todos.
7. En que consiste la brecha
socioeconómica entre países.
8. Cuál es la idea principal del
texto?
9. Desde un punto de vista ecológico
del planeta, hay razón para preocuparnos ante el rápido crecimiento
poblacional.
10. Define: comunismo, inflación,
devaluación, recesión, globalización, vasectomía, tetrafluoruro de carbono, propelentes.
Reminiscencias sobre los Años 90: Población y Medio Ambiente
¿Por qué preocuparnos?
Dr. Jorge Enrique
Martínez*
Hace algún tiempo, fuimos testigos del nacimiento del “habitante 6.000 millones” de nuestro planeta. Cifra enorme, que en el nuevo milenio tiene implicaciones importantes de considerar, sobre todo, luego de un siglo muy productivo en todos los campos, no sólo en el demográfico, sino también de manera importante en el científico e industrial, lo cual no es gratis para la humanidad, ya que como estamos viendo, los costos en que incurrimos por ello son severos.
De hecho, ya a comienzos de los 90, los organismos correspondientes de las Naciones Unidas alertaban que en esa década, la humanidad crecería más que en cualquier otra, al incrementarse la población con 3 nacimientos cada segundo, lo cual significó 250.000 habitantes nuevos cada día, 90 a 100 millones por año y la bicoca de 1.000 millones más de seres habitando la tierra para el año 2.000.
De estas cifras, la mayoría ha correspondido a los países que se encuentran en vía de desarrollo, que son los más necesitados y peor equipados para satisfacer las necesidades de sus nacionales, neutralizando los avances y causando un mayor desgaste en los recursos naturales, mientras que en países como los europeos, el fenómeno que observamos en el presente, es el del envejecimiento de sus poblaciones y la necesidad de crear estímulos estatales para incitar a sus pobladores a incrementar sus familias.
Alemania y otros, han creado subsidios especiales para quienes tengan más de un hijo en su familia, a fin de adecuar, por lo menos, el recambio poblacional. Esto ocurre, mientras en países como la China, se han visto obligados a adoptar políticas poblacionales severas. Allí para 1990, necesitaban una tasa de crecimiento cero. En consecuencia, los chinos que tiene más de un hijo, hoy día son castigados severamente. Por lo general son vasectomizados sin anestesia por ley, pero eso no es lo grave, ya que allí por sus creencias culturales al igual que en otros pueblos, la mujer tiene un “menor valor” social, por lo tanto la tasa de abortos que se ve cuando los fetos son femeninos ha ido en aumento y si revisamos las estadísticas presentes, encontramos cómo se ha incrementado la desproporción entre los dos sexos, ya que el índice de nacimientos masculinos es superior, en parte a consecuencia de esta práctica popular.
Por otro lado, característico del siglo XX fueron los grandes cambios sociales y económicos, además de los avances tecnológicos logrados, sobre todo durante los últimos 50 años luego de la Segunda Gran Guerra. Fue ya, una época donde también ocurrieron otras guerras “menores”; surgieron y se afianzaron nuevos sistemas políticos, mientras se extinguieron otros que en algún momento se pensó eran inamovibles, como el caso del comunismo del cual sólo quedan vestigios con un futuro discutible; la crisis económica golpeó a las grandes potencias con sus problemas de inflación, devaluación y recesión, siendo manejados con razonable buen éxito, hasta derivar en economías globalizadas de libre mercado con características indiscutibles de calidad, competitividad y excelencia que les ha permitido penetrar y ampliar aún más sus mercados.
Mientras tanto los países en vía de desarrollo, alguna vez llamados tercermundistas, históricamente han sido sometidos a un control gubernamental mucho más rígido, con gran influencia del estado como principal empleador y características de tipo “politiquero y paternalista”; donde priman los llamados “padrinos y caciques. Se ha desarrollado una mentalidad predominantemente dependiente, que lejos de ubicarse en los esquemas de mejora continuada y preparación para afrontar con éxito los embates de cada día.
El acceso a la salud, la educación, los servicios básicos de saneamiento ambiental y el empleo para ellos son precarios, existiendo sitios increíblemente atrasados muchas décadas, por no decir siglos, en su desarrollo. Esto ha hecho que se agudice la brecha socioeconómica entre los países, polarizando la situación, al colocar a unos en suficientes condiciones de bienestar, con recursos y riquezas a disposición de sus habitantes, mientras que otros comparten el hambre y la miseria, marcados indeleblemente por un difícil logro de servicios básicos adecuados con la consecuente inequidad en oportunidades para acceder a una mejor calidad de vida.
La preocupación sobre la población se debe a que su cantidad, composición, distribución y crecimiento, afecta directamente la calidad y los niveles en los cuales se desenvuelve la vida del hombre. Aspectos como la disponibilidad de recursos económicos, la posibilidad de empleo, educación, salud, vivienda, la calidad del medio ambiente y la prestación de servicios sociales están relacionados con el volumen, la distribución y las características de la población. Hemos aprendido que bajo condiciones sociales concretas, los hechos vitales que conforman una población, tales como nacer, migrar y morir, están igualmente en relación directa con los factores económicos, políticos y sociales, bajo los cuales los individuos generan sus decisiones y rigen sus comportamientos.
Desde el siglo pasado, se ha planteado un gran debate sobre la cuestión poblacional, principalmente sobre las implicaciones que tiene el crecimiento de la población para lograr cierto nivel de vida, de bienestar e incluso se ha puesto en función de la supervivencia de la humanidad, relacionándolo con la capacidad que tiene la tierra de proporcionarnos alimentos y recursos para continuar adelante, ya que no se puede superar cierto número de habitantes, para que todos podamos contar con el nivel mínimo de subsistencia acorde con los recursos del mundo. Como si fuera poco, han propiciado estilos de desarrollo que conllevan a niveles de consumo excesivo de los recursos con que contamos, derivando todo en una degradación del medio ambiente con agotamiento acelerado de los recursos naturales.
Hoy conocemos que hay una interrelación entre población y desarrollo, de modo tal, que los cambios a nivel de la estructura social y productiva de un país, han sido la base para el análisis de la dinámica demográfica del lugar. La disminución de la fecundidad y la mortalidad, los cambios en la morbilidad y las migraciones, son analizados como expresiones de desarrollo.
La combinación de un rápido crecimiento poblacional con las precarias condiciones de los países pobres ha provocado alteraciones del medio ambiente.
Además, si miramos el planeta desde un punto de vista ecológico, vemos cómo en regiones selváticas importantes hoy en día-bien sea por razones como la siembra de cultivos ilícitos o la tala indiscriminada del bosque en busca de pingues beneficios económicos para unos cuantos- encontramos que hemos degradado millones de hectáreas de suelo fértil poniendo en peligro de extinción las selvas tropicales, que son el ecosistema más grande y desarrollado que poseemos, el cual depende de la interacción de todos sus componentes, siendo tan importante ésta, que si uno de los factores desaparece rápidamente y su declinación presagia alteraciones climáticas mundiales.
A esto se suma la pérdida continuada en la capa de ozono y la contaminación que rodea la atmósfera terrestre, por el uso del tetrafluoruro de carbono –a partir de 1957, ha disminuido en un 40%, gracias al uso de los propelentes fluorados de los aerosoles, producidos en su gran mayoría por las multinacionales que con ellos comerciaban antes de sonar la alarma–y a la emisión de dióxido de carbono, la cual en algunos sitios es escandalosamente alta.
De continuar las tendencias, el panorama que se cierne puede no ser halagador en un futuro no muy lejano, si no controlamos el uso de los recursos limitados con que cuenta la tierra, además de que debemos estar atentos al manejo de los desechos que día a día producimos en cantidades que se incrementan cada vez. En el estado actual de las cosas, la supervivencia de cada uno depende de la supervivencia de todos.
Hace algún tiempo, fuimos testigos del nacimiento del “habitante 6.000 millones” de nuestro planeta. Cifra enorme, que en el nuevo milenio tiene implicaciones importantes de considerar, sobre todo, luego de un siglo muy productivo en todos los campos, no sólo en el demográfico, sino también de manera importante en el científico e industrial, lo cual no es gratis para la humanidad, ya que como estamos viendo, los costos en que incurrimos por ello son severos.
De hecho, ya a comienzos de los 90, los organismos correspondientes de las Naciones Unidas alertaban que en esa década, la humanidad crecería más que en cualquier otra, al incrementarse la población con 3 nacimientos cada segundo, lo cual significó 250.000 habitantes nuevos cada día, 90 a 100 millones por año y la bicoca de 1.000 millones más de seres habitando la tierra para el año 2.000.
De estas cifras, la mayoría ha correspondido a los países que se encuentran en vía de desarrollo, que son los más necesitados y peor equipados para satisfacer las necesidades de sus nacionales, neutralizando los avances y causando un mayor desgaste en los recursos naturales, mientras que en países como los europeos, el fenómeno que observamos en el presente, es el del envejecimiento de sus poblaciones y la necesidad de crear estímulos estatales para incitar a sus pobladores a incrementar sus familias.
Alemania y otros, han creado subsidios especiales para quienes tengan más de un hijo en su familia, a fin de adecuar, por lo menos, el recambio poblacional. Esto ocurre, mientras en países como la China, se han visto obligados a adoptar políticas poblacionales severas. Allí para 1990, necesitaban una tasa de crecimiento cero. En consecuencia, los chinos que tiene más de un hijo, hoy día son castigados severamente. Por lo general son vasectomizados sin anestesia por ley, pero eso no es lo grave, ya que allí por sus creencias culturales al igual que en otros pueblos, la mujer tiene un “menor valor” social, por lo tanto la tasa de abortos que se ve cuando los fetos son femeninos ha ido en aumento y si revisamos las estadísticas presentes, encontramos cómo se ha incrementado la desproporción entre los dos sexos, ya que el índice de nacimientos masculinos es superior, en parte a consecuencia de esta práctica popular.
Por otro lado, característico del siglo XX fueron los grandes cambios sociales y económicos, además de los avances tecnológicos logrados, sobre todo durante los últimos 50 años luego de la Segunda Gran Guerra. Fue ya, una época donde también ocurrieron otras guerras “menores”; surgieron y se afianzaron nuevos sistemas políticos, mientras se extinguieron otros que en algún momento se pensó eran inamovibles, como el caso del comunismo del cual sólo quedan vestigios con un futuro discutible; la crisis económica golpeó a las grandes potencias con sus problemas de inflación, devaluación y recesión, siendo manejados con razonable buen éxito, hasta derivar en economías globalizadas de libre mercado con características indiscutibles de calidad, competitividad y excelencia que les ha permitido penetrar y ampliar aún más sus mercados.
Mientras tanto los países en vía de desarrollo, alguna vez llamados tercermundistas, históricamente han sido sometidos a un control gubernamental mucho más rígido, con gran influencia del estado como principal empleador y características de tipo “politiquero y paternalista”; donde priman los llamados “padrinos y caciques. Se ha desarrollado una mentalidad predominantemente dependiente, que lejos de ubicarse en los esquemas de mejora continuada y preparación para afrontar con éxito los embates de cada día.
El acceso a la salud, la educación, los servicios básicos de saneamiento ambiental y el empleo para ellos son precarios, existiendo sitios increíblemente atrasados muchas décadas, por no decir siglos, en su desarrollo. Esto ha hecho que se agudice la brecha socioeconómica entre los países, polarizando la situación, al colocar a unos en suficientes condiciones de bienestar, con recursos y riquezas a disposición de sus habitantes, mientras que otros comparten el hambre y la miseria, marcados indeleblemente por un difícil logro de servicios básicos adecuados con la consecuente inequidad en oportunidades para acceder a una mejor calidad de vida.
La preocupación sobre la población se debe a que su cantidad, composición, distribución y crecimiento, afecta directamente la calidad y los niveles en los cuales se desenvuelve la vida del hombre. Aspectos como la disponibilidad de recursos económicos, la posibilidad de empleo, educación, salud, vivienda, la calidad del medio ambiente y la prestación de servicios sociales están relacionados con el volumen, la distribución y las características de la población. Hemos aprendido que bajo condiciones sociales concretas, los hechos vitales que conforman una población, tales como nacer, migrar y morir, están igualmente en relación directa con los factores económicos, políticos y sociales, bajo los cuales los individuos generan sus decisiones y rigen sus comportamientos.
Desde el siglo pasado, se ha planteado un gran debate sobre la cuestión poblacional, principalmente sobre las implicaciones que tiene el crecimiento de la población para lograr cierto nivel de vida, de bienestar e incluso se ha puesto en función de la supervivencia de la humanidad, relacionándolo con la capacidad que tiene la tierra de proporcionarnos alimentos y recursos para continuar adelante, ya que no se puede superar cierto número de habitantes, para que todos podamos contar con el nivel mínimo de subsistencia acorde con los recursos del mundo. Como si fuera poco, han propiciado estilos de desarrollo que conllevan a niveles de consumo excesivo de los recursos con que contamos, derivando todo en una degradación del medio ambiente con agotamiento acelerado de los recursos naturales.
Hoy conocemos que hay una interrelación entre población y desarrollo, de modo tal, que los cambios a nivel de la estructura social y productiva de un país, han sido la base para el análisis de la dinámica demográfica del lugar. La disminución de la fecundidad y la mortalidad, los cambios en la morbilidad y las migraciones, son analizados como expresiones de desarrollo.
La combinación de un rápido crecimiento poblacional con las precarias condiciones de los países pobres ha provocado alteraciones del medio ambiente.
Además, si miramos el planeta desde un punto de vista ecológico, vemos cómo en regiones selváticas importantes hoy en día-bien sea por razones como la siembra de cultivos ilícitos o la tala indiscriminada del bosque en busca de pingues beneficios económicos para unos cuantos- encontramos que hemos degradado millones de hectáreas de suelo fértil poniendo en peligro de extinción las selvas tropicales, que son el ecosistema más grande y desarrollado que poseemos, el cual depende de la interacción de todos sus componentes, siendo tan importante ésta, que si uno de los factores desaparece rápidamente y su declinación presagia alteraciones climáticas mundiales.
A esto se suma la pérdida continuada en la capa de ozono y la contaminación que rodea la atmósfera terrestre, por el uso del tetrafluoruro de carbono –a partir de 1957, ha disminuido en un 40%, gracias al uso de los propelentes fluorados de los aerosoles, producidos en su gran mayoría por las multinacionales que con ellos comerciaban antes de sonar la alarma–y a la emisión de dióxido de carbono, la cual en algunos sitios es escandalosamente alta.
De continuar las tendencias, el panorama que se cierne puede no ser halagador en un futuro no muy lejano, si no controlamos el uso de los recursos limitados con que cuenta la tierra, además de que debemos estar atentos al manejo de los desechos que día a día producimos en cantidades que se incrementan cada vez. En el estado actual de las cosas, la supervivencia de cada uno depende de la supervivencia de todos.
Tomado de:
https://encolombia.com/medicina/revistas-medicas/academedicina/va-59/academ24259-reminiscencias/
Revista de medicina, medio ambiente y
salud: encolombia